Los avances tecnológicos y una creciente conciencia sobre el impacto ambiental de las construcciones ha promovido el diseño de edificios sostenibles alrededor del mundo. Hoy en día, son muchos los directivos que tienen claro que edificar en verde es sinónimo de buena inversión. Y es que los edificios certificados como sostenibles incrementan el éxito empresarial.
“The relationship between corporate sustainability and firm financial performance” (en castellano: “Relación entre prácticas medioambientales responsables y el valor mercantil de la empresa”) fue el primer estudio que dio fe de tal éxito. En el estudio, publicado en el año 2012, se planteaba si el volumen de negocios de las empresas con certificados de Liderazgo en Energía y Diseño Ambiental (LEED) es superior al de las empresas que no poseen esta certificación.
El estudio estimó que aquellos bancos centrados en edificios certificados LEED abrieron 458 cuentas más, y tuvieron más de 3 millones de dólares de beneficios que los basados en edificios no certificados. Asimismo, los costes por empleados en los edificios certificados era considerablemente inferiores, alrededor de 675 dólares menos por empleado al año.
En la actualidad, las empresas que se suman a esta forma de sostenibilidad lo hacen convencidas de que producirán beneficios competitivos intangibles: aumento de la productividad de los empleados, efectos positivos en los consumidores e inversores, etc.
Algunos ejemplos dignos de imitar son el edificio Merlbourne Council House 2 en Australia, el primero en conseguir la distinción de 6 estrellas de la Green Building Council, el One Angel Square en Manchester, considerado el más sustentable de Europa, y el Pearl River en China, entre otros.
Todos ellos son claros ejemplos de que la inversión en edificios verdes no solo se cuantifica en el dinero ahorrado en gastos operaciones, sino también en otras cuestiones intangibles como el impacto de la sostenibilidad en la reputación empresarial.